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Testimonio:

Quiero empezar mencionando que las primeras meditaciones no me fueron fáciles, creía que no

estaba haciendo bien los ejercicios indicados, tanto los de respiración al mismo que los de la

postura corporal, pero conforme fueron avanzando las prácticas, fui logrando poco a poco, ir

concentrándome más, haciendo consciencia en todo lo que iba sucediendo dentro de mí. Fui

tomando confianza y seguridad, al ver que podía practicar de una manera muy personal y a mi

propio ritmo, sin exigir hacerlo como yo al principio tenía una idea.

 

Aunque fueron muchas las experiencias, trataré de explicar en corto, lo que más me impacto y

me gusto de una manera muy personal.

 

Cuando se me pregunto qué es lo que más me había gustado, respondí que de algún modo, al

trabajar con el amor, la bondad y compasión, pude contactar con mi infancia, sanando de esa

manera algunas heridas emocionales de las cuales yo no era consciente y ha mejorado mi

relación conmigo misma. Me gusto porque pude ver el mundo a través de los ojos de cuando

era yo niña; como si fuera la primera vez, con asombro, curiosidad, ingenuidad,

permitiéndome nuevamente asombrarme de la cosas maravillosas que el mundo y la vida

tienen, disfrutando de las cosas más sencilla de la vida, de las cuales yo me había olvidado y

las cuales han ido alimentando mi alma.

 

Hablar sobre mi experiencia sobre el Mindfulness no la pude limitar solamente al momento de

estar tomándolo, es decir; que después de concluir el curso, surgieron otras experiencias, que

para ser sincera me tomaron desapercibida, ya que algo que me impacto, fue que al concluirlo

con el retiro, empecé a sentir una sensación de paz, en el que me mantuvo en casa cuatro

días, aislada deseando estar lejos de cualquier contacto “mundano o terrenal” como yo le

llame. Me empecé a sentir extraña como si mi espíritu demandara su lugar y me hacía sentir

que estaba en el lugar equivocado. Las actividades cotidianas de las labores de mi casa,

incluso comer, ver televisión, escuchar música, salir a la calle o ver personas perdieron

importancia, sentía que todos y todo está bien. Una parte de mi sentía la necesidad de estar

en “casa” y el camino para llegar a ella era la meditación.

 

A partir de eso me di cuenta que mi mente, mi corazón, mi espíritu y la percepción de este

mundo ya no eran iguales para mí. Al pasar los días, sabía que no podía seguir así, aunque

estaba muy en paz, respirando tranquilidad, libre de preocupaciones, sabía que tenía

responsabilidades y obligaciones que tenía que retomar, así que lo platique con el maestro y

de esa manera pude encontrar el equilibrio entre estos dos mundos; el terrenal y el espiritual.

Una de las razones por las cuales llegue a tomar este curso, fue cuando buscaba apoyo

psicológico para solucionar algunos conflictos personales, ya que en algún momento de mi

vida tuve crisis existenciales y emocionales, que en varias ocasiones me hacían sentir ganas de

morir. En mi lucha por no rendirme, viví situaciones desenfrenadas, que al juntarse con mi

desesperación, mi falta de conocimiento y mis ganas de sentirme viva, me llevaron a vivir los

días pensando en disfrutarlos como si fueran los últimos, cayendo en algunos excesos. Al

experimentar Mindfulness, pude entender que esa no era la manera de vivir la vida, ya que

descubrir y aprendí a vivir cada día como si fuera el primero y no el ultimo, pues la diferencia

que encontré fue que al vivirlos como si fueran los últimos no me “autocuidaba”, de esa

manera no le prestaba atención a los daños que me podría provocar tales excesos, ahora trato

de vivirlos como si fueran los primeros días de mi vida, al hacer conciencia de mis sentidos y

disfrutando de las cosas extraordinariamente simples y bellas que tiene la naturaleza y que

siempre han estado a mi alcance, como lo es el canto de pájaro, el aire rozado mi cara, de una

fruta entre muchas otras cosas, de una manera sana, placentera, descubriendo cada día una

sensación agradable, un lugar hermoso, bajo la conciencia de evitar juzgar, mirando con

curiosidad y con ganas de conocer muchas otras cosas, con una actitud presente, con

agradecimiento, con una mente abierta, debido a que mis prejuicios disminuyeron, al igual

que mis críticas.

 

Ahora al meditar puedo tener un dialogo interno, coherente y maduro en el que puedo

reconocer cosas que de otra manera no podría, pues de lo contrario las causas externas a mí,

que vienen de mi ambiente me distraen. De esta manera, se me facilita reconocer mis

sentimientos, mis emociones y trato de equilíbralos.

 

Comprendí que el dolor es algo inevitable en esta vida, pero de alguna manera se ha

desvanecido el sufrimiento emocional y la “tortura” mental que solo venían a complicarme

las cosas. Aprendí que aceptando, es la manera de poder soltar y así dejar ir las cosas que me

dañan o cosas que no puedo cambiar. Aprendí que con compasión, amor, entendimiento,

claridad y tranquilidad mental, se puede encontrar una manera más humana de vivir y de

alejar sentimientos de odio, enojo, rencor, venganza que eran la cárcel de mis emociones y de

mi plenitud.

 

Ahora siento que mi vida está más clara y equilibrada, pues al meditar puedo tener un dialogo

interno que sincronizan mi presente con mi mente, cuerpo y espíritu, de esa manera puedo

decir que mi experiencia en Mindfulness fue de renovación.

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